Una y media del mediodía, 29 de febrero, en un instituto.
Tan solo faltaba 55 minutos para ir a devolverle la cartera a ese hombre y Cris estaba muy nerviosa y eso lo notaban sus amigas.
Diana, María y Ana estaban reunidas alrededor de Cris.
- ¿Qué es lo que te pasa?- preguntó Diana.
- Nada.
- Exigimos saberlo Cris- dijo María dando un suave golpe en una mesa.
- No me pasa nada.
- Dínoslo- exigió Erica.
- ¡No me pasa nada!
Sonó la campana dando el inició de la clase de Ética.
El profesor estuvo explicando un tema entero y Cris hacia el mayor esfuerzo por prestar atención a las palabras que decía el profesor, pero le era imposible.
Sonó el timbre que daba por finalizada la clase y que a todos les permitía irse a casa otra vez.
Cris no tubo tanta prisa como sus amigas, paró en su taquilla y cogió todos los libros y cuadernos que le hacían falta para hacer los deberes y por si acaso se llevo también el libro de ética para por si acaso.
Salio de instituto y cogió un taxi para que la llevara hasta aquella dirección y en cuanto llegó se quedo en blanco y no sabia que tenia que hacer.
Casi sonámbula entró en el edificio y fue hasta el mostrador de información y allí le mandaron subir hasta el decimoquinto piso.
Salio del ascensor y entró en lo que parecía 10 oficinas dirigidas por la mas grande. Allí había otro mostrador y se dirigió hacia a el.
Detrás de ese mostrador había una mujer, de unos 20 años. Rubia y anoréxica.
- Hola- dijo Cris tímida.
- Buenas tardes ¿tiene usted cita?- pregunto esa mujer mirándola de arriba abajo.
- No, pero tengo algo que le pertenece a Julián.
- Bien espere un momento ¿Qué edad tiene?
- 16, pero dentro de dos semanas hago 17.
- De acuerdo.
La mujer cogió el teléfono y empezó a hablar hasta que colgó y se dirigió otra vez a Cris.
- Entre en la oficina del fondo llamando a la puerta y llévale este café, que así no lo tengo que hacer yo.- dijo sonriendo arrogantemente.
Pero Cris no se negó y se dirigió a la oficina del fondo, que era la más grande de todas.
Se detuvo enfrenté de la puerta y dudó antes de llamar.
- Adelante- se oyó decir dentro de la oficina.
Abrió la puerta y la cerró tras de si.
- Siéntese- le dijo el hombre que estaba detrás de la mesa.
- Gracias, tome su café expresso- dijo Cris mientras se sentaba.
- Gracias y dígame que es lo que tiene que me pertenece y como se llama- dijo Julián dando un sorbo a su café.
- Me llamo Cris y tengo su cartera.
- ¿Mi cartera? Eso es imposible Cris.
- Me temo que no, mire aquí esta- dijo Cris sacando la cartera de su mochila – Se la dejó en la cafetería.
- Tu eres la chica que gritó- reconoció Julián mientras cogía su cartera.
- Si y tu eres el que estaba melancólico.
- Supongo que si
- Lo siento pero me tengo que ir, llego tarde. A sido un placer- dijo Cris levantándose de la silla para irse.
- Si quieres te puedo llevar como agradecimiento- dijo Julián levantándose.
- Esta bien.
Salieron y Cris al ver como les miraba la secretaria anoréxica cogió de la mano a Julián. Este la miro pero no dijo nada, apretó más la mano de Cris y sonrío.
Bajaron por el ascensor pero se paso en media de la tercera planta. Cris se asusto y apretó mas la mano de Julián, en de las paredes del ascensor era transparente y se podía ver la cuidad encapotada con unas nubes negras anunciando la tormenta.
- Tranquila, seguro que ahora lo arreglan- intento Julián tranquilizar a Cris.
- Eso espero.
Pasaban los minutos y no ocurría nada. Cada vez llovía con más fuerza.
Tres y media, en un restaurante de la ciudad.
- Tu hija se esta retrasando.
- No olvides que también es la tuya, vendrá, dijo que tenia que devolver una cosa a no se quien.
- Nora… Cris ya tiene prácticamente 17 años y a es edad solo se piensa en el sexo y a todos se les revolucionan las hormonas ¿tu crees que Cris sigue siendo virgen?- preguntó Pablo susurrando.
- Yo confío en Cris y si conserva o no su virginidad es decisión suya- dijo Nora con firmeza.
- ¿Te daría igual?
- ¡Claro que no! Pero nosotros no podemos hacer nada.
- Tienes razón… Llámala haber donde está- sentencio Pablo.
Cuatro menos cinco, en un ascensor.
- Han pasado 30 min y nadie se ha dado cuenta de que estamos aquí encerrados- susurró Cris.
- Lo bueno es que no hay goteras- bromeo Julián
- Lo malo es que tengo miedo a los truenos.
- Yo le tengo miedo a las serpientes- confesó Julián.
- Lo bueno es que en la ciudad no las hay- dijo Cris sonriendo.
Se quedaron en silencio, era un silencio un poco incomodo.
- ¿Cuántos años tienes?- dijo Cris rompiendo ese silencio.
Lucía, soy Laura ;)
ResponderEliminarEstá genial, en serio, pero hay cosas que le fallan, algunas frases quizá.
Tequiero.